Hace ya un tiempo, escuchamos en nuestras escuelas hablar de Trayectorias escolares, pero ¿de qué hablamos cuando hablamos de Trayectorias? ¿Es única? ¿Son diversas?
Siguiente el planteo y desarrollo de Flavia Terigi, es importante tener en cuenta dos conceptos a los que hace mención. Trayectorias teóricas y Trayectorias reales. El primero de ellos, responde a la idea de que a la escuela hay que ingresar a cierta edad, que hay que permanecer, que hay que avanzar (pero aprendiendo). Podemos argumentar que ello ya no es una de las características de nuestras instituciones escolares. Es decir, tal como lo explica la autora, la escuela surge en un contexto en el que la respuesta o “lo necesario” era esta monocromía de los aprendizajes y la idea de la homogenización; sin embargo hoy, un siglo y pico más tarde no podemos seguir sosteniendo esos pilares.
Ahora bien, el segundo concepto, de Trayectorias reales nos permite acercarnos a otro análisis. A la realidad con la que nos encontramos en nuestras escuelas: niños con sobreedad, deserción, abandono, son algunas de las dificultades con las que nos encontramos en nuestras escuelas. Y ello, significa mirar el camino que realiza cada alumno como único, como propio.
Estas trayectorias "no encauzadas" como las llama, nos plantean grandes desafíos como escuela: el primero es empezar a mirar desde la óptica de trayectorias reales, y ya no desde las teóricas. Otro de los desafíos que Terigi nombra es las relaciones de baja intensidad que generan los alumnos con la escuela, la pérdida de sentido. Y aquí debemos tener en claro que la responsabilidad en la escuela es una co- responsabilidad, el chico que no puede avanzar es responsabilidad del docente que está ahora con él, del equipo de orientación o tutores, del equipo directivo, de la escuela.
Estos conceptos nos permiten pensar en la práctica cotidiana, pensar en los trayectos y caminos por los que nuestros alumnos transitan en la escuela, y la función y responsabilidad que tenemos.