jueves, 6 de octubre de 2016

Les compartimos una interesante nota escrita por el Lic. Jorge Fasce, docente de nuestro Instituto.

RECREO II (1)
La letra con sangre entra, pero con sangre del que enseña (2)
Por el Lic. Jorge Fasce

Este fue el título de una nota periodística que me impresionó profundamente allá por 1960.
Su autor no era pedagogo ni la publicación  especializada en educación. La revista era El Gráfico y el periodista se llamaba Dante Panzeri.
 
Yo recién me había recibido de maestro, trabajaba como docente de 7º grado en una escuela del barrio porteño de Palermo y estudiaba Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires.
 
Nadie me había dicho tan claramente que se trataba de eso: de dar el alma, de poner  todo, de darse, de entregarse. Lo había vislumbrado en la Escuela Normal, lo iba sintiendo en la Facultad y lo gozaba y sufría en el colegio "Provincia del Neuquén" de Córdoba y Pringles; pero  nunca lo había visto tan nítidamente expresado.
 
Aquellos "Gráficos" de Panzeri (era el director) me enseñaron (como no lo había hecho la escuela secundaria)  a leer críticamente, a pensar con sagacidad, a no aceptar porque sí  cualquier afirmación sentenciosa, a cuestionar la vulgaridad de un refrán: "La letra con sangre entra". ¡Qué horror! ¡Pero qué lugar tan común por aquellos años! (¿Ahora no?).
 
Aquel periodista me había develado lo que se ocultaba en el dicho popular, lo que no se decía: no hay docencia sin entrega, no hay aprendizaje sin la potencia (no hablo de  omnipotencia) del que guía, del que orienta. Porque no hay alumno sin el deseo de enseñar de un maestro.
 
Además, Panzeri era  más que eso: un hombre honesto, de principios profundos, elevados y sólidos. Un hombre  coherente, a veces  hasta la inflexibilidad, en sus valores, en sus creencias, en sus actitudes, en sus conductas: una vez recibió  de la empresa editora, la orden de  publicar un artículo autoelogioso del ministro de economía de la Nación,  escrito  a partir del análisis de una  recaudación abundante  de un Boca-River.  Para hacerlo, puso como condición que el ministro le cediera uno de sus habituales y semanales espacios televisivos en los que el funcionario exponía los logros de su política económica, para poder opinar  él,  sobre ese tema. Como la contrapropuesta, obviamente, no fue aceptada y la presión de la Editorial se sostenía, renunció. Renunció a lo que había sido el sueño de toda su vida: ser el director (máxima aspiración profesional de todo periodista deportivo entre las décadas del 30 y del 70) de la revista deportiva  más importante de toda iberoamérica .
 
En esos  primeros momentos de maestro y de estudiante de Ciencias de la Educación, con sus principios, Panzeri me enseñó honestidad. Con su coherencia, me guió para ser íntegro.
Con su capacidad crítica, me reveló el valor del análisis sagaz. Con su audacia, pude probar  mi pequeña,  humilde y tímida valentía. Con su escritura precisa y elegante, pude intentar expresarme con vocabulario y sintaxis correctos. Leyendo  El Gráfico de los 50 y 60, encontré el placer de leer.
 
Después de 50 años de docencia, puedo decirle a mi maestro (aquel maestro sin aula, sin escuela, sin textos académicos, sin clases, sin conferencias), a aquel maestro que me brindó en mi juventud, aportes esenciales para mi formación profesional y personal: -  Tenía razón Dante, "la letra con sangre entra, pero con sangre del que enseña". 
 
Epílogo post facto sobre los extraños caminos de la amistad.
 
Desde 2007, dirijo la Carrera de Periodismo Deportivo de River Plate, junto con los periodistas deportivos José Luis Barrio y Gonzalo Bonadeo.
Un día, mientras tomábamos un café en la confitería del Club, dije que “…supe tener la colección completa de El Gráfico mientras lo dirigió Dante Panzeri”. Gonzalo me preguntó por qué ya no la tenía. Le expliqué: - Mi madre se la había vendido a un “botellero” porque ocupaba mucho lugar y juntaba “bichos” (sin mi autorización, claro).
Unos días después, Gonzalo se apareció con varios tomos encuadernados de El Gráfico, los correspondientes a los dirigidos por Panzeri (eran de su colección personal)  y me los regaló: - “No puede ser que no los tengas  habiendo admirado tanto a Dante”.
 
Me resultó conmovedor que Gonzalo tuviera tal muestra de afecto y generosidad cuando hacía apenas un año que nos conocíamos.
 
Buenos Aires, 24 de enero de 2008.
 
(1)   Del libro “Dirigir una escuela. Teoría y ética de una pasión y de un oficio”. 12ntes editores, Bs. As. 2014.
(2)   Este trabajo fue escrito para un concurso que realiza cada año para el día del maestro la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES). Pueden participar, solamente, los docentes de la Institución y se llama “Mi maestro más querido”. El premio para los trabajos ganadores es que la versión en acrílico se coloca en una de las paredes del aula magna. Una magnífica idea toda, que sugiero para todas las instituciones educativas que se atrevan. Este trabajo fue ganador en 2004.