jueves, 9 de febrero de 2017

La flexibilidad como actitud


Extraído del libro“Conduciendo la escuela” (2003, Novedades Educativas) escrito por la Lic. Delia Azzerboni, docente de nuestro Instituto y la Lic. Ruth Harf

El imaginario social de hace algunas décadas conformó al directivo como un ser omnipotente, omnipresente, autoritario e inflexible. Hoy se lo ve como un profesional que ejerce su liderazgo situacional experto y con posibilidad de adecuarse a las circunstancias. Del directivo se espera flexibilidad.

La flexibilidad es la capacidad que el directivo y la institución tienen para adecuarse a diversos puntos de vista, nuevas interpretaciones de la realidad, nuevas maneras de abordar las cosas.

1. Ser flexible significa redefinir las modalidades de comunicación establecidas en una institución.

· Los diálogos y la circulación de información, la emisión y recepción de opiniones no intentan simplemente combatir aquello con lo que no están de acuerdo, sino que sirven a los fines de llegar a un acuerdo.

· Manejar opiniones y expresiones valorativas de tal manera que no sean consideradas como el único parámetro de verdad. Aceptar la posibilidad de otras miradas igualmente valiosas y pertinentes. Esta aceptación de la posibilidad de nuevas miradas y enfoques debe manifestarse en el lenguaje empleado: las frases terminantes llevan a respuestas cerradas y terminantes. Las frases que exponen dudas o falta de certeza absoluta abren caminos de controversia.

· Podríamos hablar de dogmatismo verbal y democracia verbal. Frases como “Cualquier estúpido se da cuenta de que esta es la mejor opción” es una forma de “encerrar” a quien escucha. Una alternativa se pone de manifiesto en expresiones como: “Podría ser que…”, “desde algunos puntos de vista….”, etc.

2. Ser flexible significa tener una orientación hacia la indagación.

· Buscar información pertinente para analizar las situaciones y tomar decisiones adecuadas.

· Muchas veces, por no indagar lo suficiente, hay tendencia a basarse en la intuición, el golpe de vista, el olfato. Estas aproximaciones ni siquiera capitalizan las fuentes de información existentes en la institución; suponen que es perder el tiempo indagar opiniones, saberes y experiencias de diversos actores institucionales.

3. Ser flexible significa tolerar la imprecisión y la vaguedad, saber que no siempre hay una solución clara y definida para todos los problemas, que hay situaciones confusas e incluso, que hay situaciones equívocas.

¿Qué quiere decir manejarse con la imprecisión y la vaguedad?:

· En primer término: aceptar su existencia.

· Es comprender que las acciones resultantes de esta imprecisión y vaguedad pueden brindar oportunidades de cambio.

· Las cosas no son “blancas o negras”, tratar de enfrentarlas pensando desde un primer momento, ante las situaciones que aparentemente se nos presentan con claridad: “¿De qué otro modo pueden ser consideradas, analizadas, miradas?” Proponerse otra mirada sobre los problemas puede llevar a la elaboración de respuestas o soluciones alternativas.

· Aceptar el “doble sentido” o la “doble vía”: que hay cosas que simultáneamente son útiles y pertinentes y que no lo son. Que hay cosas que son a la vez positivas y negativas, o blancas y negras al mismo tiempo.

· La flexibilidad consiste en manejar estos aspectos y considerar que la imprecisión y la vaguedad son parte inherente de la vida institucional y no un defecto a ser evitado. Que sean consideradas “naturales” no necesariamente debe convertirlas en “deseadas”.

· Esta imprecisión y vaguedad depende muchas veces de quien está mirando la situación; para otros integrantes esa misma situación puede ser calificada como “rotunda y transparente”. Por lo tanto, muchas veces el modo de valorar una situación o el tipo de conclusiones a las que se arriba depende de la “mirada del observador”.

4. Ser flexible implica tender a encontrar un equilibrio mayorante –es decir cada vez más complejo cualitativamente- entre lo instituido y lo instituyente.

· Cuando las formas de funcionamiento habituales actúan rígidamente se transforman en fuertes bloqueos que, más que orientar, inmovilizan cualquier actitud enfocada hacia la creatividad, la innovación o incluso a la toma de decisiones pertinentes.

· Cuando de un funcionamiento que obstaculiza o potencia el desempeño de los actores, no podemos ejemplificarlo porque hay que analizar en cada escuela en particular, cada “cultura institucional”; estamos hablando de elementos profundamente enraizados en la misma.

Esta tendencia a la búsqueda de equilibrio implica resistirse a todo tipo de “bloqueo cultural”. Es tratar de instalar una mirada creativa, es comprender que los procesos de cambio incluyen tanto la conservación de lo valioso, como la constitución de un trampolín o plataforma para crear e innovar.

Recordemos, en el siglo XXI, en un mundo globalizado, cambiante y complejo, la realidad institucional es vivida y percibida por sus integrantes como imprecisa, indeterminada, incierta, contingente y diversa. Por tal razón la flexibilidad es la actitud requerida para abordar, comprender e intervenir en esas situaciones imprevistas.