miércoles, 2 de octubre de 2013

Interesante ejercicio para directivos

Sabemos que las actividades de los directivos son numerosas y variadas. En uno de los Módulos del Seminario "Directivos en Acción" que dicta la Prof. Marisel Panaia en nuestro Instituto se les propone a los directivos realizar interesantes ejercicios para analizar las planificaciones y actividades de los docentes a cargo. Les dejamos una de ellas y los invitamos a ponerlo en práctica.


1.- Leer el siguiente relato.
2.- Realizar la experiencia de preguntar a los alumnos del último año/grado cómo aprendieron  un tema que les parezca importante. (Por lo menos tres)
3.-  Elaborar estrategias de asesoramiento para los docentes que generaron esas experiencias.



El maestro de mi pueblo en la postguerra[1]

“Asistí en una ocasión a una obra de teatro titulada El florido pensil[2]. En ella se reproducían  una serie de escenas de cómo  eran las escuelas de postguerra de los años 1940 y siguientes. En ese año de 1940 yo tenía seis años y asistía a la escuela de mi pueblo. En aquella obra de teatro ser  reproducía con bastante verosimilitud mucho de lo que yo recordaba de mi colegio.
En primer lugar, me llamó la atención que en  la primera escena se veía una pizarra en la que estaba escrita en perfecta caligrafía la frase. “Ahí fuera hay un niño que dice ¡ay!”. Esta  misma frase la había visto escrita en la pizarra de mi clase y tuvo que ser copiada por los alumnos muchas veces. En ella se sintetizaban las tres formas ortográficas del morfema “ay”. Esta misma frase la había visto escrita en la pizarra de mi clase y tuvo que ser copiada por los alumnos muchas veces. En ella se sintetizaban las tres formas ortográficas del morfema “ay”, según sea adverbio (ahí), verbo haber (hay) o interjección (¡ay!).
A partir de este contexto se suceden las demás escenas: el momento en que viene a la escuela el cura párroco del pueblo, el momento en que nos adoctrina el representante del Movimiento nacional, las formas de actuación didáctica de los maestros… En todas ellas, reconocía, desde la lejanía del tiempo, la escuela a la que yo asistí.
Frecuentemente he expuesto  el desarrollo de una clase de entonces. Personificaba mi exposición en un maestro concreto, que se llamaba don Ricardo, el cual no era maestro. Se trataba de un chico del pueblo que había realizado algunos estudios. Posteriormente supe que trabajó como administrativo en el ayuntamiento.
Este señor  entraba en el aula. Todos los niños nos poníamos de pie mientras decíamos “Buenos Días, don Ricardo” Él, mientras  se dirigía a su escritorio, echaba una inquisitiva mirada a los niños y se sentaba. Nosotros  nos sentábamos igualmente, a la voz de: “pueden sentarse”.
El maestro abría “la enciclopedia  - libro escolar en el que se compendiaban todas las asignaturas – y pasaba las hojas hasta que nos ordenaba abrir el libro por la página 50. “El nombre sustantivo”. Decía “Estudien las páginas 50.51 y 52. Dentro  de 30 minutos preguntaré”.
 Se oía  el ruido de las hojas mientras los niños se situaban en las páginas indicadas. Luego se  producía un silencio. El maestro, entonces abría su periódico y leía para sí. De vez en cuando, levantaba la vista por si alguien se desmadraba, en cuyo caso el “reglazo”  era inevitable.
A la media hora nos ordenaba cerrar los libros. Comenzaba a nombrar alumnos, preguntándoles los contenidos  de la lección: “Fulano, qué es nombres sustantivo”
Mengano “clase de sustantivos”…
Y así sucesivamente, Todos agachábamos la cabeza intentando que no se acordara de nosotros. El temor al “Palo” recorría la mente de los niños. Después  de las diversas preguntas y reglazos, indicaba que hiciéramos los ejercicios número 1 a 8 del libro. Y así iba pasando la clase. Hasta la deseada hora del recreo.
Éstos  son los métodos didácticos y formas organizativas de aula – supongo  que habría excepciones- que se practicaba en la escuela de postguerra y que las escenas del teatro corroboraban. Todos aprenden lo mismo, de la misma manera y al mismo tiempo. Por supuesto que para eso no es necesario ser maestro y estudiar una carrera.
Para ejercer en la escuela de hoy se requiere mucha más preparación en conocimientos, habilidades y prácticas de métodos de enseñanza, conocimientos de los mecanismos de aprendizaje y de conducta de los niños, de las formas más eficaces de organizaciones de un aula y de las técnicas grupales. Una escuela  de hoy, que sin duda debe ser una escuela para la diversidad, requiere otras concepciones y otras realidades de ejecución.
Es cierto que la escuela de hoy ha evolucionado y mejorado mucho, pero, tal vez, no tanto como la sociedad requiere y los padres desean. Cuando pregunto a los alumnos universitarios  que describan los métodos con los que ellos aprendieron la lectura, la escritura, el cálculo y las formas de relación convivencia dentro del aula, se constata muchas costumbres  docentes que debieran estar desterradas y modificadas por otras mucho más motivadoras y eficaces.
Sin caer en el error de achacar todos los males de los alumnos maestro, también es cierto que muchos males  actuales (indisciplinas, rebeldías, acoso a compañeros, baja asimilación de contenidos…) podrían rebajarse y, a veces, eliminarse con mejores métodos de actuación pedagógica en las aulas.”




[1] Garrido  Landívar, Jesús (2010) “Las ranas y el efecto Pigmalión. 43 relatos para una escuela y una sociedad inclusivas. Editorial Grao. Barcelona España.

[2] Según el diccionario: Pendiente o colgado en el aire. En sentido figurado jardín delicioso.

Ejercicio extraído del Módulo Nº 2 "¿Qué actividades debe realizar un director cuando lee las planificaciones de sus docentes?"- Seminario "Directivos en Acción" Prof. Marisel Panaia

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