jueves, 4 de septiembre de 2014

Preparar a nuestros jóvenes para el mundo laboral frente a las nuevas configuraciones sociales y económicas

"Advierten que la escuela no prepara para el trabajo" es el título de una nota del diario Clarín publicada el día de hoy. En ella se hace mención a la desconexión entre la institución escolar y el mundo laboral con el que muchos jóvenes se enfrentan.
Esta desconexión o falta de articulación entre estos dos ámbitos no es una novedad y la escuela no es la única responsable por ello. Sabemos que las nuevas configuraciones culturales y económicas han provocado un cambio en la sociedad que hace necesario un trabajo constante. 
Desde nuestro rol como docentes, pertenecientes a a comunidad educativa y en representación a la institución escolar debemos tener en claro tanto los cambios producidos como lo que se espera de los jóvenes en nuestra sociedad y actuar en conjunto con otras instituciones.


Richard Sennet, sociólogo estadounidense, en una de sus numerosas e interesantes obras, "Corrosión del Carácter" (1998) atraviesa tres ejes de análisis sobre la crisis educativas y sobre los desafíos a enfrentar en el nuevo marco cultural*
El primero de los ejes tiene que ver con el tiempo. Ahora vivimos en la cultura del "nada a largo plazo" en contraposición al tiempo racionalizado del pasado. Ahora, el pasado es obsoleto y el futuro incierto y los vínculos de confianza entre generaciones se ve erosionado.
El autor cuenta la historia de Enrico, un inmigrante italiano que vive en EEUU, portero toda su vida que ha llegado a convertirse en un ejecutivo moderno. Su hijo, Rico es un hombre que, gracias al esfuerzo de sus padres, ha podido prepararse profesionalmente y ha montado su compañía. Pero para él, las cosas no son fáciles: quiere que sus hijos vean en él un ejemplo de determinación. Pero su movilidad social en ascenso es para ellos algo natural, algo que tiene que ver con su pasado. Las dificultades para trasladar a su familia las pautas del trabajo provoca su insatisfacción.

Otro de los ejes es el talento. La cultura moderna propone una idea de meritocracia que valora más la capacidad de cambiar que la experiencia. Efectivamente esto se convierte en un problema para los jóvenes que deben salir a trabajar y que han transitado una escolarización que se caracteriza por una configuración que ha cambiado poco desde sus inicios.

El tercer desafío, se corresponde a una de las consecuencias más importantes del paradigma actual: la ruptura con el pasado y el cambio permanente. En este punto se hace referencia a la conducta por la cual se deja atrás el pasado mediante una ambición de consumo que impulsa a dejar de lado lo viejo (aunque sea valioso).

Estos tres ejes nos sirven para pensar los cambios en los que nuestros jóvenes deben insertarse laboralmente y el nexo o articulación que la escuela debe propiciar para que ello sea un camino satisfactorio. Se trata de beneficiarlos pero siempre con la enseñanza de valores que además del trabajo, les sirva para la vida.


*Extraído del artículo de J. C. Tedesco, Laudatio del Doctorado Honoris Causa de Richard Sennett- Universidad Nacional de San Martín- Disponible aquí



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