Cuando hablamos de evaluación, sabemos que la misma ocupa un rol central en el escenario educativo, pero también, que es el componente de los sistemas educativos menos permeable a los cambios, como explican Anijovich y Cappeletti (2017).
imagen extraída de google
Las autoras plantean dos posiciones opuestas respecto a las concepciones de evaluación:
Una de ellas, plantea que la enseñanza se trata de que los estudiantes reproduzcan secuencias organizadas de contenidos, hablamos de sujetos de aprendizaje, desde un conocimiento declarativo, y donde la evaluación se centra en la acreditación y promoción.
Otra, plantea que la enseñanza debe estar orientada a favorecer la búsqueda de alternativas, el estudiantes es un sujeto de conocimiento, donde lo que importa es cómo utiliza los conocimientos en situaciones diversas.
Cuando hablamos de evaluar, es habitual dicen las autoras, que se tienda a hacer foco en la identificación de errores más que en la contribución al aprendizaje. Es por ello que se preguntan por qué ocurre, y desde los aportes de Astolfi (2003) plantean que el estrés, la angustia y el miedo al error en el ámbito escolar esta relacionado con la falta de sentido de actividades que no llegan a decodificar. La evaluación que resulta valiosa es aquella que contribuye a una instancia más de enseñanza y aprendizaje.
Se debe hacer foco en la función pedagógica de la evaluación, sin desmerecer la certificación, pero diferenciándola. En esta función, la evaluación es formativa, dado que aporta información útil para reorientar la enseñanza, y tiene la intención de contribuir a los logros de los estudiantes.
Evaluar para aprender
Las autoras nos hablar de un modo de integrar la evaluación con la enseñanza y el aprendizaje de forma más auténtica y desafiante. Este modo se instala dentro del paradigma de la evaluación formativa donde lo complejiza y amplía, ya que se destaca el efecto retroalimentador de la información y el lugar destacado que ocupa la noción de avance.
Es así como se diferencia "evaluación para el aprendizaje" de "evaluación formativa", donde la primera apunta a pensar enseñanza y aprendizaje, donde se hace referencia a un futuro inmediato, y donde los beneficiarios son alumnos y docente en el aula específica. En la segunda, identificamos que se propone como un enfoque, implica períodos largos y se beneficia alumnos y docentes en diferentes contextos.
Tal como se explica, la evaluación para el aprendizaje se entrama en un sistema que incluye el currículum, la cultura escolar y las formas de enseñar (Anijovich y Cappeletti, 2017).
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