El martes 26 de marzo comenzó el curso del INTEF “Aprendizaje basado en Proyectos” (ABP). Mediante la interacción de los participantes reflexionando sobre esta estrategia didáctica, los principales aportes se encuentran a continuación (copia textual):
Razones para usar el Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP)
Entre el catálogo de razones que los compañeros y compañeras han expuesto para usar el ABP están:
- ofrecer una enseñanza que contribuya al desarrollo de habilidades y competencias que no quedan satisfechas con una enseñanza más tradicional;
- dar respuesta a necesidades específicas de apoyo educativo;
- motivar al alumnado y mejorar su autoestima;
- promover un aprendizaje crítico y activo y aprender a pensar;
- aumentar la implicación y la autonomía;
Curiosamente, muchos participantes ven el ABP como una auténtica exigencia de los “nuevos tiempos” y como la necesidad de adaptar nuestra enseñanza a nuestros nuevos modos de vida (globalización, mercado laboral competitivo, uso intensivo de las TIC, etc.). Hay, en muchos de ellos, una declaración explícita en relación con la responsaiblidad de ofrecer una enseñanza acorde con los retos que acometerán nuestros estudiantes en su vida futura.
Problemas y dificultades
Me ha parecido muy interesante la reflexión que se está haciendo sobre los problemas y las dificultades para usar el ABP en nuestros centros educativos. Intentaré recoger aquí algunas de las ideas que han surgido en los foros y los comentarios que a mí me sugieren:
- Hay etapas y materias que ven el ABP como parte de su propia tradición y más cercano a sus dinámicas “naturales”.
Así, los participantes de Educación Infantil, el profesorado de Tecnología o Formación Profesional entienden que el ABP es muy cercano a su manera de entender la etapa o su materia y buscan en el curso constatarlo, profundizar en su conocimiento (teórico o práctico) o conocer otras experiencias para enriquecer su propio desarrollo profesional. También hay otras compañeras y compañeros, docentes en otras materias (música, matemáticas, lenguas) que afirman que el ABP encaja en su concepción de la materia.
Por el contrario, hay participantes que expresan su temor de que el ABP “desvirtúe” los contenidos de su materia. Este temor, curiosamente, me lo he encontrado en mi experiencia como formador en muchos docentes de lengua castellana y lenguas extranjeras, que temen que el ABP contribuya a que no se trate adecuadamente lo que entienden que es el núcleo de su materia: los aspectos formales de la lengua. Obviamente, creo que no hay nada que temer (pues dependerá de nuestra programación que se traten o no los aspectos formales, o unos contenidos u otros) y, en todo caso, en las materias lingüísticas el ABP representa un contexto fantástico para desarrollar, al menos, la mitad del currículo, que está centrada en la oralidad y la escritura como actividades comunicativas.
Por nuestra parte, la experiencia de La Semana de los Proyectos nos sirvió, por la diversidad de centros, docentes, estudiantes y materias con las que trabajamos, para tener la certeza de que el ABP se puede implementar en cualquier contexto y situación siempre que el profesorado supere el momento crítico de optar por las metodologías activas para su enseñanza.
- El centro puede ser un factor motivador o desmotivador para el uso del ABP.
Hay compañeras que relatan con pesar que en su centro o en su ciclo se usa un “método” o un “libro de texto” y que no pueden usar ABP; otras compañeras, por el contrario, trabajan en centros donde el ABP es el estilo de trabajo que promueve el proyecto educativo de centro y, por tanto, encuentran fácil institucionalmente ponerlo en funcionamiento.
En todo caso, estas decisiones (método sí o no, ABP sí o no) deberían estar guiadas por evidencias: qué tipo de alumnado estamos preparando y qué resultados obtenemos a corto, medio y largo plazo son las cuestiones fundamentales para determinar cuál debe ser la estrategia metodológica en nuestra aula y nuestro centro. Puede que precisamente porque no tomamos estas decisiones teniendo en consideración estas preguntas sino otras cuestiones sigamos prefiriendo los “métodos” a las metodologías activas.
- Algunos temores respecto al ABP son realmente temores respecto al aprendizaje en grupos.
Es normal relacionar el ABP con el trabajo en grupos. El problema es que el “trabajo en grupos” es, con frecuencia, un fracaso: si no se controlan ciertas variables, el trabajo en grupo sobrecarga a ciertos estudiantes y ofrece un espacio de ocultación para otros. Pero esto se puede solicionar: cuanto más cerca esté nuestro “trabajo en grupo” del “aprendizaje cooperativo”, pues muchas más garantías de éxito tendremos – y también mejores sensaciones tendremos respecto al ABP.
- Para estar convencidos de la validez del ABP en nuestro contexto particular, necesitamos datos y reflexión.
Algunos participantes indican que, aunque hay bastante satisfacción en relación con el uso del ABP, sin embargo no tienen certeza de mejora respecto a otras estrategias de enseñanza. Y estamos de acuerdo con ellos: en cualquier proceso de innovación es importante obtener datos respecto a la mejora que supone el cambio – y el esfuerzo. Por ello, cualquier experiencia de ABP debe contemplar cómo se documentará el proceso de innovación y cuándo y cómo (además de quién) se reflexionará acerca de la experiencia.
- Hay múltiples factores que considerar al diseñar una experiencia de ABP: el tiempo, los materiales, la relación con otros compañeros, etc.
Nadie dijo que el ABP fuera sencillo ni que el ABP fuera simplemente sustituir el libro de texto por fichas. Implica una revisión en profundidad del rol del docente, de lo que esperamos de los estudiantes, de los materiales (“materia prima fresca”, como diría mi amigo Daniel Sánchez), de las relaciones del profesorado dentro del ciclo o del departamento, etc. En este sentido, el ABP no es simplemente un estilo de enseñanza sino la puerta de entrada a una cultura educativa diferente.
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