2.- Relacionar los objetivos y temas de estudio con las experiencias de los alumnos. Las experiencias personales son concretas y tienen un valioso contenido emocional. Por ello, reconocer las experiencias de los alumnos y usarlas en el proceso de aprendizaje estimula la motivación intrínseca.
3.- Valorar los intereses, hobbies y actividades extracurriculares de los alumnos. Para relacionar los temas con los intereses y experiencias de los alumnos, el docente deber reconocerlos y valorarlos.
4.- Presentar información y afirmar posiciones contrarias a las ideas de los alumnos, cuando sea necesario. Si los alumnos se ven confrontados con ideas y opiniones contrarias, se sienten estimulados a explorar justificaciones, aclarar hechos o cambiar sus creencias, todos estos procesos requieren un compromiso activo y respaldan la motivación intrínseca.
5.- Respaldar la instrucción con humor, experiencias personales, información casual y anécdotas que ilustren los rasgos humanos del tema. Los alumnos son muy receptivos de los aspectos humorísticos y personales del material de estudio ya que los ayuda a relacionarlo más directamente con su vida y sus sentimientos.
6.- Usar preguntas divergentes y actividades de tormenta de ideas para estimular el compromiso activo. Las preguntas que carecen de respuestas exactas fomentan el pensamiento creativo y estimulan la participación y el deseo de asumir riesgos.
7.- Variar las actividades, manteniendo los objetivos de estudio y la estructura curricular. El docente puede ayudar a los alumnos a prepararse para desafíos inesperados y estímulos múltiples, implementando diversas actividades y enfoques.
8.- Al mismo tiempo que trata de reforzar el interés del alumno por el estudio, el docente no debe rechazar la espontaneidad. Éste debe estar preparado para apartarse de la clase que ha planificado cuando se enciende el interés de los alumnos por un tema que no está directamente incluido en la clase.
9.- El docente puede aumentar el grado de entusiasmo que su enseñanza despierta mediante el uso de la voz, los gestos, los movimientos corporales, el contacto visual y la expresión facial. Las actitudes hacia el estudio no se pueden “enseñar”, se captan. Si el docente es negativo, aburrido o torpe, el alumno no puede captar una actitud positiva y entusiasmo hacia el estudio.
10.- El docente debe revisar y redefinir los objetivos de estudio para reconocer su valor y debe también comprometerse en la búsqueda de que todos los alumnos los cumplan. Si desea estimular el interés de los alumnos por el estudio, el docente necesita valorar y comprometerse con lo que está enseñando.
Raffini, James “150 maneras de incrementar la motivación en la clase” Ed. Troquel 1996.- Buenos Aires
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